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Érase una vez... un cuento al revés

Seguro que alguna vez has leído, visto o escuchado el tradicional cuento de príncipes y princesas, brujos y brujas, súper héroes o súper heroínas contra malvados o malvadas…todos ellos en menor o mayor medida llevan un mensaje o una moraleja, que era y es la manera de trasmitir valores o enseñanzas que podemos aplicar en nuestro día a día.


En muchas ocasiones estos cuentos nos han permitido echar a volar nuestra imaginación hasta el infinito y más allá. ¿Quién no se ha sentido príncipe o princesa alguna vez? O un héroe o heroína, en un mundo donde la imaginación no tiene límites, solo lo que nosotros/as nos ponemos.


Te invitamos a desarrollar ese potencial que tienes en tu cabeza o en tu corazón y si te apetece inventes o cuentes esos sueños que seguro tuviste alguna vez. Puedes también adaptar un cuento clásico el que tú quieras y lo adaptes a ti, a tus sueños o a tus deseos…


La manera que te planteamos será un relato corto, en el que nosotros/as como personajes principales nos convertimos en valedores de un sueño, de protectores de los más débiles o simplemente en los héroes o heroínas que con nuestra aportación podemos dejar un mundo mejor en el futuro.



El cuento que te presentamos en la dinámica siguiente, te va a dar una visión muy distinta de un clásico de la novelista Daisy Fisher, la cual escribió quizás la versión más conocida de este cuento cuyos orígenes se remontan al siglo XXVII. Una vez leído te damos algunas preguntas que te ayudarán a reflexionar y traerlas al mundo actual y observar si siguen existiendo estas actitudes o comportamientos.


"EL PRINCIPE CENICIENTO"

El príncipe Ceniciento no parecía un príncipe, porque era bajito, pecoso, sucio y delgado. Tenía tres hermanos grandullones y peludos que siempre se burlaban de él. Estaban siempre en el Disco Palacio con unas princesas que eran sus novias. Y el pobre Príncipe Ceniciento siempre en casa, limpia que te limpia lo que ellos ensuciaban.

- ¡Si pudiera ser fuerte y peludo como mis hermanos! pensaba junto al fuego, cansado de trabajar. El sábado por la noche, mientras lavaba calcetines, un hada cochambrosa cayó por la chimenea. ¡¡¡Se cumplirán todos tus deseos!!! dijo el hada.

¡¡¡Abra Cadabra¡¡¡ Esta noche, esta lata vacía será un cochazo. ¡¡¡Bif, baf bom, Bo Bas, a la discoteca irás!!!

¡¡¡Esto no marcha!!! dijo el hada. Había creado un coche de juguete diminuto, y el príncipe no se había movido de la cocina…

¡¡¡Dedo de rata y ojo de tizón salvaje, que tus harapos se conviertan en un traje!!! Gritó el hada, pero solo consiguió un ridículo bañador de rayas para el príncipe.

Bueno…ahora cumpliré tu deseo más importante. ¡¡¡Serás fuerte y peludo a tope!!!

Y vaya si era un Ceniciento grande y peludo: ¡se había convertido en un mono!

¡¡¡Jolín!!! Dijo el hada. Ha vuelto a fallar, pero estoy segura de que a medianoche se romperá el hechizo…

Poco se imaginaba el Príncipe Ceniciento que era un mono grande y peludo por culpa de aquel error. ¡Él se veía tan guapo! Y así fue corriendo a la discoteca.

El coche era muy pequeño, pero supo sacarle provecho. Pero al llegar a aquella disco de príncipes, ¡era tan grande que no pasaba por la puerta! Y decidió volver a casa en guagua. En la parada había una princesa muy guapa.

¿A qué hora pasa la guagua? gruñó, asustando a la princesa.

Por suerte, dieron las doce y el Príncipe Ceniciento volvió a ser como antes. La princesa creyó que la había salvado ahuyentando a aquel mono peludo.

¡¡¡Espera!!! gritó ella, pero el Príncipe Ceniciento era tan tímido que ya había echado a correr. ¡Hasta perdió los pantalones!

Aquella resultó ser la rica y hermosa Princesa Chafalmejas. Dictó una orden para encontrar al propietario de los pantalones. Príncipes de lejanas tierras intentaron ponérselos, pero los pantalones se retorcían y nadie lo conseguía. Como era de esperar, los hermanos del Príncipe Ceniciento se peleaban por probárselos

¡¡Que se los pruebe él!!! Ordenó la princesa, señalando al Príncipe Ceniciento.

Este majadero no podrá ponérselos, se burlaron sus hermanos… ¡pero lo consiguió! La Princesa Chafalmejas se le declaró. El Príncipe Ceniciento se casó con la Princesa Chafalmejas y fueron ricos y felices por siempre jamás. La Princesa Chafalmejas habló con el hada de los tres peludos… y ésta los convirtió en hadas domésticas. Y en adelante, les tocó hacer las labores de la casa, por siempre jamás.

* Autora: Babette Cole.

Fuente: http://es.scribd.com/doc/28051167/elprincipe-ceniciento


Hazte estas preguntas clave:
  1. ¿Normalmente lees cuentos como este?

  2. ¿Cómo son los cuentos tradicionales?

  3. ¿Qué personajes o actitudes pueden considerarse sexistas?

  4. Piensa qué ideas te sugiere el cuento y cuál es la moraleja, y compártelas el Blog si quieres.


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