¿Qué crees que es más valioso, una garrafa de agua o un diamante?
A voz de pronto y sin pensar demasiado, sin duda la respuesta de la mayoría de las personas sería un diamante. Pero si paramos a pensar un poco y lo analizamos de una forma racional, va a depender del contexto en la que nos encontremos. Imagínate por un momento que estás en medio del desierto del Sahara, pocos/as dudaríamos que el agua es más importante… ¡para qué querríamos un diamante en medio del desierto bajo ese sol abrasador!
A veces tendemos a pensar que el valor de las cosas se mide por el contravalor económico que tienen y desgraciadamente esto se está volviendo un pensamiento cada vez más recurrente, pero no tenemos en cuenta que las cosas más valiosas no se pueden comprar. Valores como el respeto, el amor, la educación o la tolerancia… no tienen precio.
Los valores son los principios, virtudes o cualidades que caracterizan a una persona, una acción o un objeto que se consideran típicamente positivos o de gran importancia para un grupo social. Los valores motivan a las personas a actuar de una u otra manera porque forman parte de su sistema de creencias, determinan sus conductas y expresan sus intereses y sentimientos.
Hoy vamos hablar de la educación y no nos referimos a la formación académica. Nos referimos a la EDUCACIÓN, la educación como bien universal e individual, uno de los valores más nobles e indispensables, en tanto colabora positivamente en la construcción y desarrollo de cada ser humano, permitiéndole alcanzar a través de las propias capacidades, su desarrollo integral.
“La riqueza de los pueblos se mide por la cantidad de educación que poseen y no por sus riquezas materiales”
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